El pasado 2 de junio Manuel Belda participó en , el programa de las Tertulias de la Fundación (dentro del programa Mas (que) Quijote) ofreciendo una interesantísima ponencia que bajo el título: El Quijote: visión de un aficionado desgranada curiosidades sobre el cómo y el porqué de su colección de más de seiscientos quijotes. Todos los asistentes disfrutaron tanto de ella que le pedimos que nos la dejara para que a través de nuestro blog mucha más gente pueda disfrutar de sus conocimientos sobre el quijote
La locura de coleccionar quijotes
Manuel
Belda Rivero
A
mi madre que, como la pastora del Quijote, se llamaba Marcela.
Quizá
la pregunta que más he escuchado con relación a la colección de quijotes es
cuándo la empecé.
Pues
bien, si veinte años no es nada, pues eso, hace nada, hace unos veinte años.
Pero,
en honor a la verdad, y aunque yo no nací con un quijote bajo el brazo, todo
empezó años antes…
Todo
empezó en un lugar de mi casa, con un Quijote que teníamos.
El
primer quijote.
El
quijote forrado de plástico transparente, de la editorial Ramón Sopena,
publicado en 1968.
Ese
quijote que ignoraba, a ver quién lo iba a saber, que iba a ser el primero de
la colección venidera…mi particular edición príncipe…
El
quijote que leeríamos, o empezaríamos a leer, todos… mis hermanas, mi hermano,
mi padre… (lo recuerdo enfrascado en su lectura, en muchas ocasiones…) y yo
claro. En distintas épocas. En el bachillerato, en la universidad…
Un
quijote, un libro, humilde, sencillo. Fácil de manejar y de leer. Sin pastas de
piel ni grandes alardes de papel ni de imprenta. Sin lujos pero de lujo.
Ese
quijote que nos acompañó tantas veces.
Ese
que nos enseñó todo lo que enseña un quijote… Que no es poco.
Porque
si todos los libros guardan en sus páginas la memoria de los dedos, ese, de una forma especial guarda el ADN de
mi familia…
Por
eso de cuando en cuando vuelvo a él…
Y
allí encuentro un poco de mi esencia, de mi existencia…De mi vida. Sin duda.
Y
me siento muy a gusto leyendo en él.
A
nadie se le escapa, como comprenderéis, que tengo dónde escoger para leer el
Quijote…
Pero
os confieso que, no sé por qué, pero la mayoría de las veces ése es mi
preferido…
Y
hasta diría que él se alegra de que lo vuelva a coger entre las manos. De que
vuelva a acariciar sus hojas… De que vuelva a abrazarlo contra mí… y contra el
paso de los años… Porque cada libro tiene su corazoncito…
Y
al abrirlo me encuentro otra vez con esa vitola grande, una vitola,
curiosamente, alusiva al Quijote, que mi padre dejó allí, y que hacía de
práctico y singular marcapáginas. Y me encuentro también, unas hojas secas de color granate, que no sé
quién ni cuándo guardó allí…Y una estampa…
En
un lugar de la casa, en un lugar de mi casa…En un lugar del Quijote.
Y
bien. Perdonad que, nada más empezar, me haya despachado con esta licencia casi
sentimental, a modo de prólogo y dedicatoria.
Es
hora de pasar a los capítulos de esta historia donde trataré de contaros las
aventuras y desventuras de este aficionado a coleccionar quijotes y otros
cachivaches…quién sabe si tratando de emular al hidalgo Alonso Quijano o de
competir en buena lid con su locura, la locura de los libros y de
coleccionarlos.
Y,
en una historia de libros, lo primero que no puede faltar es el personaje del
librero; la figura del tenaz librero que venía por casa, por mi oficina, para
ofrecerte una enciclopedia de consulta, una colección de libros de naturaleza
o, por qué no, un Quijote en cuatro tomos preciosos, espectaculares, con
láminas de alguien con nombre muy raro, un tal Schlotter… En concreto el
Quijote coordinado por Camilo José Cela…
El quijote llamado de Cela….
(No
está en la Exposición, no podían estar todos…)
Encuentro
una nota de prensa de la época de este Quijote…
Cela
supervisa una edición del "Quijote" para coleccionistas (7 octubre
1979 –Alicante)
“Con
la presencia de Camilo José Cela y del pintor Schlotter ha sido presentado en
Alicante el primer volumen de los cuatro que componen la edición del Quijote, leído por Camilo José Cela e
ilustrado con 160 aguafuertes de Schlotter y que ha sido editado por la galería
Rembrandt, de Alicante.
Según
señaló el propio Camilo José Cela en la presentación, su tarea en esta edición
ha sido la de «haber fijado el texto. Porque el Quijote, a fuerza de sucesivas ediciones, hay que revisarlo para
ver con cuál de ellas se queda. El criterio seguido ha sido el de no tocar
aquellas palabras que figuran en el diccionario de la Academia, o que un hombre
medio, no un especialista filólogo, pueda entender; luego hay otras palabras
ininteligibles y otras erratas de ediciones sucesivas. He procurado dar una
lectura que se pueda hacer de corrido por una persona normal».
También
manifestó el académico que no se trata de una edición crítica, y adelantó que
al final de los cuatro volúmenes habrá un epílogo, en el que explicará aquellos
casos más notorios sobre los que ha trabajado.
Esta
edición del Quijote tendrá
solamente trescientos ejemplares de tirada y va dirigida fundamentalmente a
coleccionistas… (yo todavía no lo era, o no lo sabía, claro…)
En un futuro próximo, la misma galería de arte
tiene el propósito de editar estos mismos volúmenes del Quijote en edición facsímil, menos lujosa.”
Retornemos
a nuestra historia.
El
librero, paciente e incansable, como tantos de ellos, volvía otra vez. En
aquella ocasión, con un gigantesco
quijote… que, pasados los años, he visto que llaman el Quijotón… Y que todavía, hasta la fecha, no conozco otro de mayor
tamaño…
Es
ese quijote que, en la Exposición, está flanqueado y custodiado por la pareja
de “santos”, entre comillas, de madera, (si el quijote es, si se me permite el
símil, la biblia de nuestra lengua, de la literatura, esa pareja bien pueden
ser sus santos…)
Teníamos,
pues, ya, mira por cuanto, tres de los personajes más importantes de esta
historia: el librero, el coleccionista y
Don Quijote.
Periódicamente,
reaparecería con más quijotes el librero, el amigo Valentín, un claretiano que
había dejado los hábitos para vender libros y regalar máximas y palabras con
enjundia casi quijotesca… Un librero que estoicamente me siguió visitando hasta
hace poco que dejó este difícil y duro oficio de ir de casa en casa… (lo vendió
todo y se fue a Costa Rica, creo, a desfacer
entuertos, historia de verdad digna de mención…)
A
lo que iba. Héteme aquí con seis, siete, ocho quijotes… (lógicamente hace más
de los veinte años que ponemos del comienzo de la colección) a los que se
fueron añadiendo, con cierta cadencia, uno y otro y otro…
Y
en esto llegó Internet.
Y
el Sr. Google.
Y
si para muchos oficios fue una ruina, también lo fue para mi librero (y para
muchos más)…Si ya lo tenía difícil esto lo iría minando poco a poco… (Ahora
comprendo por qué el librero se negaba a entrar por el aro de la informática…)
Con
internet cambió todo. Con internet, con Ebay
y con Todocolección, principalmente,
se te abría un escaparate a todas las librerías, a todos los vendedores… (Sin
internet, hay que decirlo, nunca habría podido reunir esta colección)
Y
así, descubrí un pequeño quijote, la edición microscópica de Calleja,
bellamente encuadernado, e impecable por dentro (No creo que lo hubiera leído,
que lo hubiera podido leer mucha gente, si no fuera con lupa…) Me asombraba y
me asombra cómo se podía imprimir un libro con las más de 380.000 palabras que
tiene el Quijote, cómo podían imprimirse en un libro tan pequeño, con los
limitados recursos técnicos que existían en 1900 cuando se edición… me pregunté
y me sigo preguntando…
Pero
fueron ese quijotín que yo llamo y el quijotón los que sin duda me llevaron a empezar esta interminable
aventura que es coleccionar quijotes.
Y
digo interminable porque nunca van a dejarse de imprimir quijotes.
En el capítulo III de la segunda parte, cuando Don
Quijote recibe la visita del bachiller Sansón Carrasco, el hidalgo le pregunta:
De esa manera, ¿verdad es que hay historia
mía y que fue moro y sabio el que la compuso?
La respuesta
de Sansón revela ya la inequívoca repercusión que ya, desde los primeros años,
y con la sola publicación de la Primera Parte, tiene la obra:
“Es tan verdad, señor –dijo Sansón-, que tengo para mí que el día de hoy están
impresos más de doce mil libros de la tal historia: si no, dígalo Portugal,
Barcelona y Valencia, donde se han impreso, y aun hay fama que se está
imprimiendo en Amberes; y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni
lengua donde no se traduzca.”
En
algún sitio he leído que del Quijote se han publicado más de 4.000 ediciones…
Quién
lo sabe. Existen varios catálogos de quijotes, el de M. Henrich (Iconografía de las ediciones del Quijote)
que tanto me ha servido y que recoge las ediciones en español y en otras
lenguas hasta 1900… Allí se hace referencia a unas 900 ediciones de las que
unas trescientas son en español…
Sea
el número que sea, se da por hecho, como todos sabéis, que es el libro, después
de la Biblia, que más se ha imprimido y en más idiomas traducido…
Sigamos
con la historia.
Ya
con esos 10 o 15 quijotes, creo, que me decidí a tomármelo un poco más en
serio. Y empezar a coleccionarlo.
Al
principio sólo adquiría ediciones en español, casi todas de fondos de
librerías, y compraba como os digo por internet, en Todocolección, y por el sistema de Cómpralo ya. Veía un quijote que me gustaba y lo compraba. Y sólo
quijotes en español. Y contemporáneos. Del siglo XX para entendernos.
En
esas primeras compras iba al banco, hacía una transferencia, y a esperar que te
lo mandaran… Luego, con el tiempo, haría yo mismo la transferencia por la banca
online…
Y
pagaba además los portes… Rara vez los portes han sido por cuenta del vendedor.
Siempre como comprador me ha tocado pagar por los portes, que en muchas
ocasiones eran casi abusivos…Y ya no os cuento desde otros países…
(Es
algo que me ha parecido un poco injusto. Creo que al menos debiera de ser a
medias entre el que compra o el que vende…) Y puesto a pedir, debiera de ser
por cuenta del vendedor, que es quien cobra…
He
tenido verdaderas discusiones con este asunto.
A
pagar. En aquellos primeros años con pesetas.
No
recuerdo cuánto me costó el quijotín
que yo llamo…Cinco mil, diez mil… (Años después, cuando he comprado otros dos
quijotes microscópicos de Calleja, con la encuadernación original, ya en euros,
me han costado alrededor de 150 o 200 euros…)
Tampoco
hay que desorbitar las cosas…
Los
que valen mucho no aparecen por ninguna parte…Al menos para comprarlos. Y si
aparecen, y si lo hacen, piden cantidades imposibles…
De
cualquier forma, al coleccionar quijotes nunca se me pasó por la imaginación hacerlo
con un fin crematístico. En absoluto. Quien me conoce lo sabe bien. Si así
hubiera sido ya los hubiera vendido…
(Como curiosidad, he leído que los
últimos 8 o diez años los libros, los quijotes, se han revalorizado en un 15
por ciento anual… Ni lo sé ni lo sabía…. Y en realidad nunca me ha importado.
Aunque reconozco que coleccionar quijotes no deja de ser una inversión
interesante…)
Aunque,
¿qué mayor inversión, entre otras, que
900 escolares vengan a ver y puedan acercarse a esta Exposición y se acerquen a
Cervantes, a los libros, al Quijote?
¿Por
qué y para qué se colecciona algo? ¿Por el hecho de tener, en el sentido de propiedad? ¿De tener por tener? ¿De tener
más que otro? No lo sé. El mismo Alonso Quijano era un gran coleccionista de
libros de caballería. De esos libros de caballería que lo habrían de volver
loco… (bendita locura)…la mayoría de los cuales terminarían arrojados por la
ventana a la pira del fuego…
Y
al coleccionista Don Quijote, Alonso Quijano, no le valía cualquier libro… Y
cómo le gustaba especialmente el de nuestro paisano Feliciano de Silva, donde
sin duda se veía reflejado en aquello de la
razón de la sinrazón que a mi razón acontece…
Porque
hay una locura en cada coleccionista. Y a la postre somos un poco lo que
coleccionamos o lo que hemos coleccionado. Por eso me siento muy feliz y
privilegiado de poder coleccionar quijotes…
En
la antigua Revista Coleccionistas se dice
de los coleccionistas de quijotes que “forman
curiosa hermandad que traspasa el espacio y el tiempo, unida al amor a la
historia de tan loco hidalgo y de su fiel escudero...” Dice también que las ediciones raras, las que tienen alguna
particularidad, se alinean en los anaqueles (qué palabra más bonita,
anaquel)… en los anaqueles de estos
cofrades…”
En
este sentido, se está de acuerdo en que algunos de los conceptos por los que se
supone que una edición es valiosa en una colección de quijotes deben ser:
.
la fecha de publicación,
.
el número de ejemplares de la tirada,
.
la clase y la calidad del papel,
.
el tipo de impresión, de letra, etc.,
.
la encuadernación,
.
el idioma en que está escrito,
.
los estudios preliminares o comentarios de la edición,
.
las anotaciones manuales,
.
los exlibris,
.
la calidad en general de la edición,
.
las ilustraciones y el autor (todo un mundo este de las ilustraciones en el
quijote)
.
E incluso, se dice, que también se coleccionan por las erratas de la imprenta…
Me
viene ahora a la memoria, hablando de erratas,
una anécdota que se cuenta de Carlos III, que tanto hizo por el Quijote con la
edición de 1780, la conocida como de Ibarra (de la que, en la Exposición, puede
verse el primer tomo)
Cuenta una anécdota que el rey Carlos
III, visitante asiduo de la imprenta del Don Joaquín Ibarra, le preguntó al
famoso impresor en cierta ocasión, que cómo era posible que su obra, tan bien
impresa, necesitase fe de erratas; a lo que contestó el maestro: “Señor, no es
obra perfecta la que carece de tal requisito”.
Pero
volvamos a aquellos primeros pasos de la colección...
Como os decía no compraba quijotes que no fueran en español, en castellano, y que no fueran modernos. Yo no tenía ni conocía ningún catálogo. No me atrevía a meterme en lo que ignoraba…
Como os decía no compraba quijotes que no fueran en español, en castellano, y que no fueran modernos. Yo no tenía ni conocía ningún catálogo. No me atrevía a meterme en lo que ignoraba…
Hubo
una excepción. La misma persona que me vendió el famoso quijotín, un canónigo de Navarra, según me dijo.
(Y
aquí podríamos hablar de la importancia de la iglesia y a la difusión,
tenencia, impresión de libros…para llenar muchos capítulos…)
Me
escribió el referido canónigo, como os digo,
fuera de la página de internet, ofreciéndome, casi como un secreto, como
para que no lo supiera nadie, (o eso me
pareció) la venta de un quijote, un tomito en octavo (ahí empecé yo ya a tener
que aprender cierta terminología) que contenía la segunda parte del quijote,
del año 1755...
Que
me lo vendía por 9000 pesetas… No sabía que hacer…Yo no había tenido nunca ni
un libro, ni menos un quijote, con tantos años.. Y se lo compré…
No
era exactamente la segunda parte del quijote, sino el 2º tomo, de cuatro, la
segunda mitad de la primera parte, como posteriormente averigüé) y que estaba
editado en Barcelona, por Juan Solís (Jolís, leí yo con la grafía de la S como
una J…)
Le
faltaba, la página de portada que, pensé yo, con mi imaginación detectivesca,
le habrían arrancado para, vete a saber, borrar el nombre del propietario…
No lo sé. (Luego habré visto más de uno sin esas primeras páginas, tan importantes por otra parte… pero en fín…)
No lo sé. (Luego habré visto más de uno sin esas primeras páginas, tan importantes por otra parte… pero en fín…)
Era,
es, en pasta española. Y al cogerlo en mis manos, al pasar sus hojas y al ver
la fecha de edición, al leer la llamada Suma
de la Tasa:
“Tassaron
los Señores del Real, y Supremo Consejo de Castilla este Tomo segundo de la
Historia de Don Quixote de la Mancha, compuesta por Don Miguel de Cervantes
Saavedra, a seis maravedíes cada pliego, como más largamente consta en su
original, a que me remito…”
…Decía que al leer la licencia del Consejo y
la Suma de la Tasa, supe que, más pronto que tarde, me iba a “enganchar” a los
libros, a los quijotes, llamémosles,
antiguos.
Tardé
algún tiempo. Pero entré por el aro…
Y
encontré un catálogo, y luego otro… Y ahí fui haciendo mis pinitos…
Y
tuve que aprender a pujar en Ebay….
Cuánto
eché de menos no haber jugado más al julepe (que jugué alguna vez) o al póquer
(que apenas jugué en mis años de universidad…) porque en realidad nunca me
gustaron los juegos de envite, (bueno, sí, el mus…quién no sabe jugar al mus…).
Me refiero a los juegos de envite con dinero de por medio… Porque, pese a ver
tantas partidas de póquer en las películas, nunca me tiré yo para adelante... Para
eso hay que valer…
Pero
había que espabilar. Además, con la llegada del euro, los quijotes, como tantas
cosas, me parecían que costaban menos…
El
quijote de las 9000 pesetas, el del canónigo, hubieran sido unos 55 euros…
creo…
Y
pagar por un libro, 300 euros, no era o no parecía lo mismo que pagar 50.000
pesetas… Y ya no te digo 250.000…
De
cualquier modo anduve al principio con mucho tiento.
No
dominaba lo de las pujas automáticas y pensaba que iba a conseguir un quijote
por un precio bastante razonable, justo, sin que me engañaran…. (tampoco sabía
qué era lo razonable)… y me quedaba desolado cuando en la pantalla aparecía “Lo sentimos, no ha ganado el artículo, su
puja ha sido superada…)
Vaya…
Bueno. También es cierto que en más de una ocasión sentí un alivio… al ver “su puja ha sido superada”…
Me
pasaba las noches enteras esperando que llegara la hora de finalización de la
puja (que a veces, por estar por ejemplo en América, coincidían con las horas
más intempestivas…) Incluso noches en las que ponía el despertador para ver si
me habían “superado” o tenía que pujar…
Algo
parecido, salvando las distancias, nos cuenta Cervantes de Don Quijote: “…que se le pasaba las noches leyendo de
claro en claro, y los días de turbio en turbio…” leyendo los libros de
caballería…
O
como se me recordaba el otro día cuando llegaba a la oficina corriendo para abrir
el ordenador (no teníamos smarphones como ahora) porque se me pasaba la hora de
pujar o de ver si me habían sobrepujado… Y lo que me enfadaba cuando me lo
quitaban…quién sabe si por no haber arriesgado algo más…
¡Ay
aquellas pujas!…Con el tiempo arriesgué un poco más.
Porque
coleccionar se había convertido en un vicio… Quería llegar a cien quijotes que
ya me parecía un número redondo y considerable…
Y
claro que llegué a cien…Y no es, creedme, nada fácil. No.
Empecé
ya a comprar en otras lenguas, sobre todo en francés… (los franceses tiene
ediciones del quijote para dar y regalar… vamos tampoco regaladas…)
Y
por supuesto en inglés. Al principio tener un quijote en inglés me parecía todo
un descubrimiento… O tener el quijote con los grabados de Doré en francés…(y
luego en portugués, en alemán…)
Hablando
de idiomas, he de decir que no me ha preocupado incrementar mi colección con
quijotes en muchos idiomas. Sobre todo porque, si exceptuamos las ediciones
inglesas, francesas, alemanas, italianas, donde hay notables ediciones, la
mayoría en otros idiomas, son modernas y no muy cuidadas, (la mayoría digo) ni
en traducción ni en impresión. Pero aun y con todo, creo que son alrededor de
40 los idiomas o dialectos en los que tengo ediciones:
Además
de en catalán, vasco, gallego, mallorquín, valenciano, en la colección hay
ediciones, en francés, inglés, alemán, chino, japonés, vietnamita, turco,
hebreo, árabe, polaco, indi, bengalí, maharati, tamil, griego, maltés, polaco,
letón, armenio, ruso, gaélico, danés, islandés, holandés, tailandés, bosnio,
yidish, esperanto, quéchua, guaraní, lunfardo, esperanto…
Y
ya metidos en harina con los idiomas, digamos que en la colección hay otros quijotes que no son los de Cervantes…
Por
supuesto el de Avellaneda, el llamado Quijote Apócrifo (en francés y en inglés,
y ediciones muy tempranas, del siglo XVIII)
El
Quijote Samurai, el Quijote de la Cantabria, el Quijote de la Revolución, El
Quijote Socialista (un librito de poco antes de la guerra…) El Quijote a lo
paisa, el Quijote en latín macarrónico…
Me
falta el quijote en braille. Y no será porque no lo he intentado. Hasta he
escrito a la ONCE pero no me han contestado. No habrán “visto” mi correo…
Más
cosas.
Durante
algún tiempo compré quijotes y quijotes. Y los conocía perfectamente. Y los
tenía en la cabeza…Y sabía de qué año era cada uno y sus características…
Luego
ya debía de fijarme…para saber si lo tenía o no. Y no comprarlos por dos veces,
como alguna vez me pasó…
Hablo
de quijotes no excesivamente caros. De uno o dos tomos. Del siglo XX y alguno ya del XIX.
La
cifra de 1000 (en euros) tardó mucho en entrar en mis pujas. Tampoco recuerdo que hubiera muchos a la
venta de esos precios que ya eran y
siguen siendo palabras mayores…
El
primer quijote en el que me tiré al ruedo, valga la expresión, fue con el
quijote de Sancha, de Antonio de Sancha… impecable, precioso…nuevecito, que se
diría… como si no lo hubieran abierto apenas… Los cinco tomos, en piel. (El
seminario tiene esta misma edición y es la que se expone aquí)…
A
lo que iba. Que me “eché al monte” y me enzarcé en la puja… Y lo conseguí. Y sé
exactamente lo que pagué… Me temblaban las manos en el teclado cada vez que
subía la puja y me sobrepujaban… pero quería tenerlo… Y sé lo que pagué, a euro
por año…y es de 1.797…
Era
mi primer quijote del siglo XVIII. Luego vendría alguno más, por supuesto… Y
alguno, creo que siete u ocho, del siglo XVII…
El
Quijote de Sancha, con los comentarios de Juan Antonio Pellicer… es una edición
ya bastante cuidada… antes de la famosa edición de 1780 de Ibarra.
La
encuadernación, aun no siendo la original, es de gran valor. Los nervios del
lomo, los mapas que nadie ha arrancado, los grabados… Los tres cantos dorados…No
sólo el de arriba si colocamos los libros en una estantería…
Los
cantos dorados para que no le entre el polvo…
Y
además tiene dos ex libris
destacables. De dos de las persona que fueron sus propietarios… (el tema de los
ex libris también da para muchos
capítulos… ahora se celebra en Sitges un congreso a algo así, de exlibristas del quijote, porque la
temática del quijote se ha reflejado mucho en los exlibris, en todos,
independientemente de que esos libros sean o no quijotes)
Como
ejemplo de los exlibris el quijote de
1797 tiene dos: uno de JESSIE H. BUCHANAN y otro de GEORGE WOODWARD WICKERSHAM. El libro
lo compré en EEUU. Por internet, claro.
Y
la wikipedia me dice que el tal George Wooodard fue secretario de estado del
vigésimo séptimo presidente de los EEUU, William Howard Taft, que sucedió al
más conocido Presidente Roosvelt…
Valga
como curiosidad.
Como
curiosidad y como recordatorio de que cada libro, ya lo hemos dicho, tiene
además de la historia o lo que está escrito en sus páginas, tiene también la
historia de su andadura, de su singladura. Su intrahistoria, su metahistoria. Y
me atrae sobremanera.
Si
se editó en Madrid, quién lo llevaría a EEUU dónde lo compré... Por dónde pasó,
por qué propietarios. Si estuvo bien cuidado Cómo fue tratado, conservado... Cuánto
fue leído…
En
los quijotes de varios tomos, por ejemplo, en un quijote de cuatro tomos, el
último muchas veces está menos usado, menos leído sin duda…
Se
conoce que se cansaron antes de llegar al final…
Lo
que os decía que dicen, lo que hablan, los libros, sus pastas, sus hojas…
Si
se conservaron juntos los 4 tomos, o los 8, como cuatro, como ocho hermanos…
(Cuántas veces no es así y sólo he podido conseguir un tomo de los dos, o
cuatro…que son…)
Saber
si sobrevivió a naufragios, a las llamas, a la humedad, a las polillas…
Ah
las polillas… A la carcoma…
Como
cuando compré el Quijote de Ibarra de 1782 (4 tomos en octavo que se editarían
después del renombrado de 1780) y cuando lo recibí se me vino el mundo a los
pies… La carcoma se había adueñado de él… hasta comérselo literalmente… Estaba,
está, agujereado en el sentido literal de la palabra… descosido los
cuadernillos…una desolación…
Lo
envolví y sellé como pude. Tenía miedo de que las polillas, la carcoma se
apoderase de mis otros libros… y lo puse en cuarentena, en un rincón apartado…
hasta el otro día que lo ví…y lo aireé ya con más calma…sin miedo… Qué culpa
tenía el libro…
Y
es que se les llega a coger cariño, admiración, veneración… a esos seres
inertes, que viven y existen en la vida
y en la existencia de la gente…
Y
los abres sin forzarlos… mejor los entreabres… como se entreabre una puerta,
una ventana…
En
alguna ocasión, y al ir a enseñarle a alguien alguno de los quijotes, no me ha
quedado más remedio que llamarlo al orden y casi lanzarme a quitarle el libro
de las manos… ¡Hala!, sin contemplaciones, como quien abre una revista… a doble
página, y repasa con el puño en la curvatura del lomo…
¡Por
favor… Así no se puede tratar un libro…
Es
una reliquia. Habría que abrirlo,
entreabrirlo, tocarlo, hasta con guantes… (de hecho así se hace en determinadas
bibliotecas y anticuarios.)
En
fin. Para no llegar a esas situaciones alguna vez he optado por guardar esos
verdaderos tesoros y no dejarlos ver más que a través del cristal… Y si acaso.
Otra
anécdota:
Cristal
o parecido es lo que tiene la pequeña vitrina que contiene un quijote de 38
tomitos, moderno. Tiene una historia que os cuento muy brevemente.
Lo
vi en internet y pujé por él. Y me superaron la puja. Y volví a pujar. Y
volvieron a superarme. Yo estaba desconcertado porque no sabía exactamente qué
quijote era. Mis conocimientos en esa época me decían que tenía que ser
moderno. Pero mi predilección por los quijotes miniaturas me hacía seguir
superando las pujas. Miraba y remiraba las fotos y hacía mis cábalas. Y pujaba,
300, 350, 400… así hasta cerca de 700 en que lo dejé, no sin cierto
desconsuelo.
Una
semana después recibí un mensaje del que lo había comprado diciéndome que me lo
dejaba por la cantidad última que yo había pujado, que es que era un regalo
para su padre, pero que ahora parece que no lo quería…
Le
contesté que lo sentía. Pero que no me interesaba. Y no sé si le dije, o ya me
pareció muy duro decirle que ya tenía el quijote de los 28 tomitos y la
vitrina: mi librero me lo había conseguido. Se vendía con un periódico. Y
costaba 75 euros creo…
De
buena me libré.
Y
qué más anécdotas.
Ah!
Cuando recibí un correo electrónico donde alguien me decía, así como el que no
quiere la cosa, como el que no tiene ni idea de quijotes, me decía que tenía un
quijote muy antiguo…De 1605…De 1605? Anda ya… Con las pastas de pergamino…en
castellano antiguo…
Me
mandaba fotos y claramente era un facsímil de la primera edición…claro…Pero él
insistía e insistía… Y no recuerdo cuánto me pedía por él.
Insistía,
ignoro si por ignorancia, cosa que no creo, o porque pensara que me iba a dar
el timo del tocomocho…
Que
tengo aquí un quijote, que dice que Juan de la Cuesta, 1605…
Lo
dejé sin más.
Otra
cosa distinta ha sido cuando me han ido a visitar, en alguna ocasión, no sé
quién les habría dicho que yo coleccionaba quijotes, diciéndome que tenían para
venderme uno muy antiguo pero muy antiguo… (todo el mundo dice tener un quijote
muy antiguo…) Yo le preguntaba que si no sabía de qué año era, o cómo era…
Al
final me daba no sé qué tenerles que decir que el quijote muy antiguo que
decían no tenía más de 50 años, que estaba valorado en unos 25 euros y que
además ya lo tenía…
Pero
eso son casos normales. Y ahí no había afán de engaño ni nada parecido.
Tan
solo el lógico desconocimiento.
Y
como muestra ya vale.
Seguí
sumando quijotes a mi colección hasta, ya lo habéis oído, más de 600 ediciones,
en más de 1.100 libros (por aquello de que por la extensión de la novela el
quijote se ha publicado, en uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis…diez, doce,
dieciocho, treinta y ocho… volúmenes)
Y
a la par que se incrementaba mi colección de libros, no podía por menos de
hacerme con otra serie de objetos de ese interminable mundo del Quijote.
Aunque
no pienso que Cervantes acertara a imaginar lo que sería luego el Quijote, el
que sí imaginó o creyó en el Quijote fue el mismo don Quijote…
En
esa cita del capítulo LXXI 2ª parte que tenemos en la Exposición, en la vitrina
de los quijotes digamos en miniatura, lo dice:
“Yo
apostaré (…) que antes de mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta ni mesón,
o tienda de barbero, donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas…”
He
aquí una relación de esos objetos que tengo y que yo llamo:
QUIJICOSAS
·
ÁLBUMES DE CROMOS (5, 6 …) Chocolates Con
pinturas Segrelles, dibujos…
·
Fototipias de las cajas de cerillas – Muy
querida por mí
·
Otras CAJAS DE CERILLAS
·
Dedales
·
Insignias
·
Marcapáginas
·
LLAVEROS
·
BOTELLAS
·
CAJAS DE MÚSICA repujadas en cuero… (varias)
·
Cajas de HOJALATA de dulce de membrillo (varias)
·
Colección de VITOLAS grandes
·
Platos de cerámica
·
PLATOS de cobre, de bronce con escenas del
quijote
·
AJEDRECES con Sancho de peón, don quijote rey,
dulcinea reina, torres molinos…
·
Gomas de borrar, lápices de colores, plumas,
libretas, postales,
·
Calendarios, carteles…
·
JARRAS con la cara.
·
FIGURAS TALLADAS de madera de todos los tamaños
·
Mecheros (marca zipo)
·
JUGUETES, marionetas, peluches
·
MONEDAS conmemorativas de plata
·
SELLOS (desde 1960) colección de sellos… Sobres
conmemorativos
·
Ceniceros
·
Estatuillas de cerámica, de metal…quijote y
Sancho como soldaditos de plomo
·
CUPONES de racionamiento después de la guerra
(con dibujos del Quijote…)
·
Cupones de la ONCE
·
Videos, cd de música, DVD con películas, dibujos
animados, etc
·
Camisetas
·
CAMPANILLAS
·
Hasta un soplillo para avivar la lumbre…
Decía
el anuncio de la conferencia, charla o lo que fuera, que iba a hablar de otros
coleccionistas.
Tengo
que deciros que no conozco a ninguno, ni tampoco he visto otras colecciones. Pero
tiene que haber muchos.
O
no sé si muchos.
Si
os dais una vuelta por internet os encontraréis con distintos.
Yo
no voy ahora a hacer comparaciones ni valoraciones.
Es
una colección pienso que para tener en cuenta y ser valorada en distintos
aspectos. Una colección que no se termina nunca…como decía al principio.
Cada
libro es como un residente que tengo en acogida en mis estanterías y algunos,
unos encima de otros. Se han adueñado de mi habitación de los huéspedes. Y de
la librería del salón. Y del estudio.
Pero
yo me siento muy bien acompañado. Son mi compañía. Y qué mejor compañía...
Es
una colección que, como decía al principio, no se termina nunca y de cuando en
cuando aparece otro nuevo inquilino…
Una
colección de la que me siento orgulloso. Y con la que me siento feliz. Y que
sigue llenando mi casa y mis días.
Y
al hilo de estas consideraciones casi espirituales, aprovecho para manifestar
el deseo de que todos esos libros y demás cachivaches
se pudieran mostrar en un lugar, en un espacio adecuado, y con las condiciones
apropiadas.
Por
el valor cultural que sin duda encierran y por el reclamo a otros niveles y de
atractivo turístico, etc. que podría significar para nuestra ciudad.
Y
no quiero terminar sin expresar mi agradecimiento a Juan Carlos Sánchez, rector
del Seminario, mentor, diseñador y artífice de esta magnífica Exposición
CERVANTES, LENGUA DEL ALMA, que, por derecho propio ha sido inscrita dentro de
las actividades oficiales del 400 Aniversario de la Muerte de Cervantes.
Sin
su empeño, su trabajo y su tenacidad nada hubiera sido posible.
Gracias
al Seminario, pues, y demás comisarios.
A la Fundación Ciudad Rodrigo, Ayuntamiento y demás colaboradores por hacer
posible esta, sin duda, importante y ya reconocida Exposición.
Gracias
a todos vosotros por venir a escucharme.
Y,
concluyo, parafraseando el final del Quijote. ¿Vale?
Vale.
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